26/10/10

Deje que su hijo hiperactivo se mueva

Si a un niño se le pide que resuelva una suma o explique qué es un monosílabo se moverá inquieto en su silla. Este ajetreo es un 'acto reflejo' que le permite fijar la atención y recurrir a su memoria. Ahora, gracias a un novedoso trabajo, se sabe que los menores diagnosticados de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) son mucho más 'movidos' que los chicos que no padecen este tipo de trastorno cuando tienen que realizar determinadas labores.

El TDAH , que afecta hasta el 6% de la población infantil española, se caracteriza por dificultades para mantener la atención, hiperactividad o exceso de movimiento e impulsividad o dificultades en el control de los impulsos.

"Nuestros hallazgos ilustran de forma indirecta los comentarios de padres y profesores sobre cómo los niños hiperactivos 'no paran' cuando se involucran en ciertas actividades que, aparentemente, no requieren movimiento, cómo jugar al ordenador, al LEGO (juego de construcciones) o ver la televisión. Y cómo este ajetreo aumenta cuando hacen los deberes en casa o tienen que aprender alguna lección en al aula", comenta Mark Rapport, del Departamento de Psicología, de la Universidad de California (EEUU) y autor principal de la nueva investigación.

El trabajo, publicado midió de forma 'objetiva' los niveles de actividad de un grupo de 12 menores de entre ocho y 12 años diagnosticados de TDAH que fueron comparados con otros 11 chavales de las mismas edades pero que no padecían ningún trastorno mental.

A todos ellos se les aplicó unas muñequeras y tobilleras con sensores capaces de registrar su actividad motora. Los participantes fueron sometidos a pruebas fonológicas, problemas de matemáticas y de memorización.

"Colectivamente, los chicos con TDAH mostraban una actividad motora desproporcionada en comparación con los del grupo control cuando se les encomiaba alguna tarea en la que estaba involucrada la memoria. Este es el primer experimento que demuestra una asociación funcional entre el típico exceso de movimiento de los hiperactivos y la realización de tareas que involucran la memoria visual y verbal", declaran los investigadores.

Para los autores del trabajo, "este resultado indica que los hiperactivos necesitan moverse más para mantener los niveles requeridos de alerta mientras que realizan tareas que desafían el trabajo de su memoria".

No sólo. Los datos indican que "existen déficits en ambos tipos de memoria (visual y verbal) en chavales afectados por el trastorno en comparación con sus homólogos sanos".

Para Cesar Soutullo, director de la Unidad de Psiquiatría Infantil y del Adolescente de la Clínica de Navarra, "el estudio es muy interesante, porque ya sabíamos que los niños con TDAH tienen problemas en el sistema ejecutivo y en la memoria de trabajo que explicaba su inatención, pero lo importante es ver cómo la hiperactividad aumenta cuando los niños hacen tareas que tienen mucha demanda de atención (estudiar), pero no son tan hiperactivos si la tarea es menos demandante".

Este especialista argumenta que es "como si el sistema ejecutivo reducido en su capacidad les 'llegara' para atender o controlar la hiperactividad, pero no para hacer dos cosas a la vez. Esto es trascendente porque esta discordancia en la hiperactividad, según la tarea que se le encomiende, se suele interpretar como falta de voluntad, y se culpa al niño".

Tal vez por estos motivos, el investigador Rapport aconseja a los padres y a los profesores que utilicen "distintas estrategias para minimizar el esfuerzo que supone para estos niños trabajar con la memoria... como darles las instrucciones por escrito, utilizar notas para chequear si han realizado todas las tareas. Además, cuando estén haciendo las tareas en casa déjele que se levante o masque chicle.. A no ser que su comportamiento sea destructivo, limitar extremadamente su actividad puede ser contraproducente".

Trastorno límite de la personalidad

Impulsividad, sentimiento de vacío, miedo al abandono real o imaginario, relaciones interpersonales inestables, crisis de identidad e inestabilidad afectiva. Estos son los síntomas más característicos del trastorno límite de la personalidad, que aprisionan a más de un 2% de la población en una vida llena de sufrimiento. Un trastorno límite de la personalidad (conocido en inglés como "borderline") consiste en un patrón generalizado de inestabilidad en las relaciones personales, la propia imagen y las emociones, así como una intensa impulsividad.

El trastorno límite de la personalidad es una de las enfermedades mentales más frecuentes. Conlleva un importante sufrimiento, no sólo para la persona que lo padece sino también para sus familiares y amigos. Es necesario diagnosticarlo e iniciar un tratamiento para prevenir posibles conductas autolesivas que pueden acabar en un intento de suicidio. Las personas que lo sufren tienen serias dificultades para adaptarse a un trabajo o ser constantes en los estudios, a menudo tienen problemas con las drogas o el sexo compulsivo y sufren ataques de ira, entre otros.

Por todo ello, con frecuencia, se les "tacha" de gamberros o adictos. Este trastorno se reconoció de manera oficial como diagnóstico en 1980 y es difícil de detectar para los especialistas porque se puede confundir con hiperactividad, problema de abuso de sustancias o trastorno de ansiedad.

El problema está en la personalidad

El problema radica en la personalidad, que es la forma de actuar, la manera de relacionarse con el entorno e interpretarlo. De este modo, si no está bien construida, todas las áreas de la vida se ven afectadas y se tambalean. El trastorno límite de la personalidad se puede diagnosticar en la adolescencia, aunque lo más frecuente es detectarlo al inicio de la edad adulta, a partir de los 18 años, cuando la personalidad debería ser más estable. Es más habitual en mujeres (un 70% de los casos) que en hombres.

Sus causas no están definidas por completo. Por un lado, se cree que puede haber una vulnerabilidad biológica o un problema funcional entre las áreas cerebrales que regulan las emociones y las zonas más racionales. Pedro Yscadar, psiquiatra y analista del Hospital Sagrat Cor de Martorell (Barcelona), señala que "además suele haber una historia personal de experiencias traumáticas, padres negligentes o abusos sexuales".

Riesgos del límite

Las personas que sufren este trastorno son muy impulsivas, con gran inestabilidad emocional y que establecen relaciones de muchísima dependencia. Un dato alarmante es que uno de cada diez pacientes con trastorno límite de la personalidad se suicida. "Un intento de suicidio es uno de los principales motivos por los que acuden a urgencias -explica Yscadar-. A un afectado le deja la pareja y, en un impulso, por ser incapaz de controlar la frustación, se autolesiona. La autodestrucción es un peligro real".

La dependencia es otra de las señales características de este trastorno. Por eso sufren tanto si se rompe una relación o imaginan que alguien les puede abandonar. "Esa necesidad de los demás, sumada a su impulsividad e inestabilidad, provoca que sus relaciones sean muy conflictivas. Para ellos, todo está afuera. Se quejan de que los demás no les entienden, no les ayudan o no les dan lo que necesitan para estar bien", añade Yscadar. Esta dependencia de los demás lleva a numerosas personas a una búsqueda desesperada de sexo, pero no como un modo de sentir placer, sino para obtener una fusión emocional con el otro.

¿Es posible curarse?

Es difícil decir que una persona con trastorno límite de la personalidad está curada. En muchas ocasiones, el éxito consiste en reducir los síntomas para que la vida diaria del afectado mejore. "Si durante unos cinco años, un individuo no manifiesta síntomas, se puede decir que ya no es está enfermo", explica López. El tratamiento dialéctico-conductual dura un año, como mínimo, aunque la media de los tratamientos acostumbra a ser de dos a tres años.

Resulta más sencillo cambiar las conductas que los sentimientos, como las crisis de identidad o el sentimiento de vacío. Otro aspecto importante de la terapia dialéctico-conductual es que otros profesionales homólogos supervisan a los psicoterapeutas. "Por eso, esta terapia es dialéctica. Muchos pacientes tienen tales problemas de crisis y desrregulación emocional, que el psicoterapeuta necesita a otros profesionales para disponer de un apoyo y otros puntos de vista", indica López.

Casi el 80% de las personas con depresión y ansiedad siente algún dolor físico

El 78 por ciento en pacientes que presentan ansiedad y depresión sienten algún dolor físico, cifra que se reduce hasta el 59 por ciento de los pacientes que solo sufren ansiedad, según un estudio recientemente publicado en el 'Journal of Affective Disorders'.

Según el informe, desarrollado por diversos centros hospitalarios españoles, a pesar de que el 90 por ciento de estos pacientes había acudido a su médico de Atención Primaria al menos una vez en los últimos tres meses, en más del 60 por ciento de los casos su doctor no asoció este dolor con la ansiedad y la depresión.

"Los síntomas dolorosos pueden enmascarar el diagnóstico de depresión, sobre todo en el ámbito de la Atención Primaria", advierte el doctor Luis Caballero, del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda, y uno de los autores del estudio.

A su juicio, "el paciente acude a su médico de cabecera por dolores y quejas somáticas asociadas o formando parte de un cuadro depresivo y, generalmente, sólo recibe un tratamiento analgésico que resulta ineficaz".

El estudio, primero de estas características que se realiza en España y en el que han participado más de 80 médicos de Atención Primaria, analizó un total de 7.152 pacientes que acuden a Atención Primaria por cualquier motivo, de los cuales más del 13 por ciento (981) presentaba ansiedad generalizada, lo que confirma a este trastorno como la segunda enfermedad mental más frecuente en Atención Primaria. Asimismo, más de la mitad de estos pacientes (559) presentaba un trastorno depresivo mayor junto con el trastorno de ansiedad.

"El dolor y otros síntomas somáticos funcionales son muy frecuentes, tanto en la depresión mayor, como en el trastorno de ansiedad generalizada. Diversos estudios disponibles muestran que cuando coinciden ambos diagnósticos en un paciente la frecuencia de estos síntomas supera el 90 por ciento de los casos", señaló el doctor Caballero.

Además, "los síntomas dolorosos, incluso bien identificados como formando parte del síndrome depresivo, limitan la recuperación de un episodio depresivo y son responsables de que, en muchos casos, el tratamiento no consiga la remisión completa de la depresión, objetivo obvio del tratamiento antidepresivo". Por este motivo, "el resultado óptimo del tratamiento de un episodio depresivo es la remisión completa y precoz también de estos síntomas", afirma.

Los resultados del estudio demuestran que los síntomas somáticos dolorosos en pacientes con ansiedad generalizada se relacionan de manera directa sobre su funcionalidad, productividad y calidad de vida. De hecho, los síntomas dolorosos de estas patologías se asocian a una reducción en la productividad laboral de los pacientes en 1,5 días por semana.

La presencia de síntomas somáticos dolorosos se asoció a un significativo empeoramiento de la funcionalidad global del paciente, que incluía los niveles laboral, social y familiar. Asimismo, esto síntomas dolorosos se asociaron de manera directa a un empeoramiento de la calidad de vida de estos pacientes.